Nov 15, 2017
15/11/2017 Por El Sol – Mendoza. FUENTE El Ejecutivo modificará la ley que rige este tipo de vigilancia. Quieren poner a los efectivos a la par de la Policía.
El Gobierno prepara una serie de modificaciones a la ley que rige la seguridad privada en la provincia, con la intención de establecer mayores exigencias. También se apunta a poder “sugerir” precios a las empresas que se encargan del rubro.
“La seguridad privada debe trabajar en mayor combinación con la Policía”, manifestó el ministro de Seguridad, Gianni Venier, quien manifestó que el objetivo es brindar mejores protocolos para la detección del delito y mejorar la comunicación con el 911, entre otras cosas. En total hay entre 7.500 y 10.000 efectivos que trabajan en seguridad privada, casi el mismo número de policías.
Además se buscará mayores exigencias en el nivel de educación sugerido y mejor preparación. “Queremos que se eleve el nivel (de los vigilantes privados) al de un policía con alta instrucción”, indicó el ministro de Seguridad. En ese sentido señaló que se está trabajando en una validación con el Instituto Universitario de Seguridad Pública (IUSP) para poder otorgarles una matrícula.
Pero además de mejorar la instrucción, el Ejecutivo quiere “retocar” la ley para que pueda regular los precios. “La idea de bajar costos que en algunos casos no están muy claro”, explicó Venier.
El FBI en Mendoza
Esta mañana el gobernador Alfredo Cornejo recorrió las instalaciones el laboratorio de ADN junto a personal del FBI, que llegó a la provincia para capacitar a policías. Aprovechando la presencia de los agentes norteamericanos también se firmó un convenio para la instalación del Codis (sistema de correlación de identificación de huellas).
Se trata de un software que brinda el FBI a diversos lugares para que se puedan correlacionar los registros de huellas genéticas. Se espera que el sistema esté en funcionamiento para fin de año con el objetivo de “mejorar las tasas de aceleración procesal”.
“El Codis correlaciona los hechos y permite puebras indubitables”, afirmó Cornejo.
Desde que se puso en marcha el año pasado, la provincia ya tiene en su banco de datos 12 mil muestras y esperan llegar a 15 mil para fin de año. Además en la próxima etapa se sumarán las huellas genéticas del personal de seguridad privada.
Nov 8, 2017
08/11/2017 Por Diagonales. FUENTE En nuestro país, hay tantas policías como provincias y luego existen las fuerzas de seguridad de carácter federal. Lo mismo sucede con el poder judicial y con el sistema penitenciario.
Para el pensamiento político moderno, la protección de la vida, la libertad y el patrimonio de los ciudadanos es la razón fundamental de la existencia del Estado. Con esa finalidad, el Estado dispone de los medios para ejercer el monopolio de la violencia física. Esta idea constituye un fundamento central de las instituciones políticas, y se haya consagrada en las leyes. Además, es invocada como principio legítimo para juzgar los comportamientos de políticos, jueces, policías, etc., y sirve también para dar fundamento a los reclamos de justicia y seguridad que se dirigen hacia el Estado.
Desde que existe una autoridad política, hay instituciones encargadas de mantener el orden público y preservar la seguridad de los ciudadanos. En nuestro país, hay tantas policías como provincias y luego existen las fuerzas de seguridad de carácter federal. Lo mismo sucede con el poder judicial y con el sistema penitenciario. De allí que la protección de los ciudadanos y el gobierno de la seguridad estén diseminados en una pluralidad de agencias: federales, provinciales, más recientemente municipales: judiciales, policiales y penitenciarias, pero también administrativas y políticas. Pero se ha señalado que estas mismas instituciones son parte del problema en lo que atañe a la seguridad.
¿Qué sucede cuando aquellos instrumentos de los que la sociedad dispone, al menos idealmente, para proteger a sus miembros se convierten ellos mismos en una amenaza para su seguridad? ¿Qué sucede cuando los encargados de hacer cumplir la ley operan sistemáticamente fuera de ella? Desde un punto de vista sociológico, estas cuestiones son comprensibles: las organizaciones desarrollan modos informales de funcionamiento; las personas no siempre cumplen las normas, y tratan de ocultar cuando no lo hacen; los poderosos son capaces de imponer sus puntos de vista como reglas, pero luego abstraerse de sus efectos. Desde un punto político, estas mismas cuestiones son cuanto menos controversiales, cuando no escandalosas e inaceptables. Se trata de una contradicción que no ha logrado resolverse en las últimas décadas, y hay quienes denuncian la corrupción de la policía y la justicia, pero al mismo tiempo proponen dotarlas de más poder. Esto convierte al gobierno de la seguridad en un foco de permanentes conflictos sociales y políticos.
En efecto, la seguridad es un problema central en la sociedad argentina. Además de afectar objetiva y subjetivamente a una parte importante de la ciudadanía, define la suerte de gobiernos y candidatos. Avanza en los medios de comunicación, y concentra crecientes porciones de los presupuestos familiares y gubernamentales. Incluso cada vez más académicos nos interesamos por estas cuestiones. Siendo algo más que un principio jurídico abstracto, tiene todas las complejidades de los fenómenos socioculturales de nuestro tiempo. Quizás por eso no existan soluciones mágicas para este problema. Primero, porque no hay consensos mínimos sobre su naturaleza, sus causas y su alcance (cuestión que, desde un punto de vista democrático, debe ser visto como un saludable antídoto frente al avance de las soluciones autoritarias). Segundo, porque toda solución a los problemas de seguridad engendra nuevas dificultades, pudiendo afectar incluso las formas básicas de nuestra existencia e incluso aquellas cosas, simples y mundanas, que más valoramos en nuestras vidas.
Nov 7, 2017
07/11/2017 Por La Capital – Mar Del Plata. FUENTE Una familia marplatense tiene que gastar $12.000 anuales sólo para contar con alarma y un seguro básico. Las rejas son un costo fijo en la construcción. El valor de los departamentos aumenta. Fernando Telpuk analiza la diferencia entre inseguridad objetiva y subjetiva.
Pasan cosas. Esa es una realidad que no admite discusión. En Mar del Plata, según cifras oficiales, casi 3 de cada 10 familias sufrieron algún tipo de delito. Desde hechos menores, como el hurto de un goma de auxilio, hasta otros de mayor complejidad, como una entradera a mano armada. El número está a tono con el promedio nacional y en baja desde 2015. Los robos de autos se redujeron un 55% y los robos calificados un 40%. Sin embargo, la onda expansiva del miedo a sufrir un caso de inseguridad no se detiene. El indicador es el crecimiento que ha tenido el mercado de la seguridad privada: desde 2014 aumentó cerca de un 25% la contratación de alarmas, por ejemplo. Una familia marplatense tiene que invertir, de mínima, $12.000 anuales para mantener su vivienda segura.
Ese número está relacionado a dos gastos básicos: una alarma monitoreada, que tiene un costo de entre $500 y $600 pesos mensuales, y un seguro básico para el hogar, que oscila entre los $400 y los $600 mensuales. Si se le suma cualquier servicio con presencia física, por ejemplo una garita y un auto que vigila cuando se ingresa y se egresa de una casa, el número final aumenta en un 50%. Es decir, puede alcanzar los $18.000 anuales. Un sueldo promedio. Un aguinaldo completo, dedicado a comprar seguridad. Y en un edificio con vigilancia permanente, el costo dentro de las expensas puede superar los $40.000 pesos anuales, depende de la jerarquía de los departamentos.
Sentado en el escritorio de su oficina, un reconocido empresario marplatense del sector apunta:
– La mejor publicidad que tenemos son los noticieros. Vivimos de las sensaciones.
Esa frase encierra un cuadro de situación claro: aunque una familia no haya sido víctima de un delito, el contexto la empuja a invertir en seguridad. Hace tres años, según cifras del sector privado, se calculaba que el 10% de las casas de Mar del Plata contaba con sistema de alarma. La estimación es que hoy alcanza el 13% y que la mayoría de los nuevos clientes llegaron con el crecimiento de la construcción, tanto en casas como en departamentos. La alarma monitoreada, en las viviendas nuevas, ya constituye un costo fijo junto a los servicios básicos.
En la construcción puntualmente hay otro costo fijo: las rejas. Para una casa de 100 metros cuadrados, el costo de cubrir puertas y ventanas con rejas alcanza, en promedio, los 20 mil pesos. Si se suma un portón de 10 metros de frente, por 2 metros de alto, son 25 mil pesos más. Siempre con la mano de obra de colocación incluida. En menor medida, hay quienes agregan a su presupuesto sistemas más específicos, por ejemplo circuitos cerrados de cámaras, que tienen un costo básico de $8.000 con la instalación incluida, y hasta alambres electrificados, que parten de los $20.000 para perímetros chicos. También se puede agregar en el cálculo la colocación de alambre concertina –$700 cada doce metros– y el mantenimiento de un perro, que entre vacunas y alimento balanceado no baja de los $400 mensuales. Y más: están los que eligen puertas blindadas, contratan botones antipánico, barreras perimetrales y sensores de movimiento exteriores. Es un mercado sin fronteras y en constante actualización.
El temor también impacta en el mercado inmobiliario. El presidente del Colegio de Martilleros, Miguel Ángel Donsini, apunta que en los últimos cinco años los precios de los chalets se mantuvieron, mientras que el precio de los departamentos aumentaron. El motivo: la inseguridad. Donsisni aclara que la variable es subjetiva, esto quiere decir que es minoritaria la cantidad de propietarios que ha sido víctima de delitos, pero, por las dudas, buscan sentirse más seguros. Así es que la franja que supera los sesenta años, dentro de sus posibilidades, se muda a departamentos. Los jóvenes que pueden acceder a su primera vivienda buscan chalets o phs, porque son más accesibles. “Con 170 mil dólares se puede comprar un chalet amplio y de buena calidad. En el mercado de los departamentos con esa misma plata se compra algo mucho más chico y caro de expensas”, explica.
De acuerdo con el análisis de Donsini, ese temor fue uno de los disparadores para la construcción de edificios en propiedad horizontal. “Esto no sólo sucede en ciudades como Buenos Aires, Mar del Plata y Córdoba. Es un escenario que se extiende en todo el continente, incluso en Estados Unidos. El temor y la inseguridad están instalados en el mundo”, explica.
Hay edificios que cuentan con encargado y seguridad las 24 horas. Las expensas en estos casos –depende de la cantidad y la calidad de los departamentos– puede llegar a los 7000 pesos por mes. La mitad de ese número corresponde al servicio de seguridad permanente. El costo es alto porque los trabajadores tienen que estar en blanco. Muy distinta es la situación en los barrios, incluso en los caros. Las garitas en las veredas son accesibles porque están fuera de la ley provincial vigente n° 12.297. Lo mismo pasa con los coches que vigilan el ingreso y el egreso de las casas. Esos servicios no superan los $400 mensuales porque se hacen informalmente. De estar en regla, serían hasta diez veces más caros.
Inseguridad objetiva – inseguridad subjetiva
El secretario de seguridad, Fernando Telpuk, explica que todos los índices del delito bajaron en Mar del Plata y le atribuye el éxito al trabajo de la policía local. Según explica, es el único cambio fuerte desde 2015. Los homicidios dolosos, por ejemplo, dejaron de suceder en la vía pública. Ahora suceden puertas adentro, lo cual es un indicador de que el Estado, de alguna manera, recuperó la calle con los patrullajes y el funcionamiento de las cámaras de seguridad.
– ¿El trabajo de prevención del municipio puede bajar el presupuesto que dedica una familia a comprar seguridad? ¿O eso ya está instalado y no va a tener vuelta atrás?
– En seguridad hay que trabajar sobre dos puntos diferentes. Uno es la inseguridad objetiva, el Estado tiene que cuidarte objetivamente. El otro es la inseguridad subjetiva, hacer que el vecino se sienta cuidado. Una cosa son las medidas que se implementan para cuidar a la población, otra es que vos como vecino te sientas cuidado. Si le preguntás a la gente, el 80% de los marplatenses no fue víctima de un delito. Pero ese 80% te va a decir que tiene miedo de ser víctima de un delito. Esa es la inseguridad subjetiva, que es la que te lleva a invertir en alarmas, en rejas, en seguro, en seguridad privada. Tiene que ver con la subjetividad. Si en los medios te muestran casos cerca de tu casa, eso te genera una inquietud. Veo muy difícil que alguien que está preocupado por la inseguridad no tome medidas para sentirse más seguro, en la medida que lo puede hacer.
– ¿Hay un negocio detrás de la inseguridad?
– Hay una necesidad de mercado. La venta de cámaras ha aumentado, también las alarmas y seguros. Son reacciones concretas, en base a una necesidad. Lo que no creo es que se diseñen situaciones exageradas a propósito para vender seguridad. Eso no es real en Mar del Plata.
– ¿Se puede bajar la inseguridad subjetiva?
– Sí, claro, pero es un trabajo de construcción a mediano y largo plazo. Te pongo ejemplos. Hay barrios donde la gente guardaba sus autos en garajes privados. Y desde que estamos patrullando con la policía local advertimos que hay más autos que se dejan en la vía pública. Lo mismo pasa en la zonas donde hay cámaras. O sea, es difícil revertir, pero es factible.
La policía local de Mar del Plata cuenta con 1050 efectivos. Los sueldos se pagan con plata de la provincia de Buenos Aires, igual que el equipamiento. Sólo los sueldos de la cúpula directiva y el combustible para los patrulleros sale de las arcas municipales. La idea es que para 2018 la fuerza incorpore 200 efectivos. De acuerdo con las estimaciones de Telpuk, no va a ser fácil negociar recursos, justamente porque las cifras de 2017 mejoraron sensiblemente. “Tenemos un escenario alentador por delante. La seguridad en la agenda mediática hoy está tres escalones por debajo en comparación a lo que pasaba cuatro años atrás. Cuando la seguridad se va de la agenda es porque la cosas mejoran. Nunca hay buenas noticias en estos temas. Nos alegramos de esa realidad”, agrega.
Son datos fiables. La inseguridad baja. Sin embargo, el mercado del miedo avanza sin pausa.